Aspirar a la liberación
“Los placeres de los tres mundos es como el roció sobre la hierba,
Duran un poco y luego se desvanecen,
El estado supremo nunca cambiante,
Esforzarse por la liberación es la práctica de los hijos de los Victoriosos.”
¿De dónde proviene el karma negativo? ¿Por qué nos enfadamos? Esto es lo que se discute en la novena frase. La respuesta a estas dos preguntas es debido al apego a la felicidad dentro de los tres mundos. La felicidad de los tres mundos es como el rocío de la mañana, muy temporal. Detrás de esta felicidad hay mucho dolor y sufrimiento. La felicidad puede existir ahora, pero muy pronto desaparecerá. Esta es la naturaleza de la felicidad en los tres mundos. Muchas personas tienen la opinión de que su cuerpo actual es muy bueno, muy joven y al mismo tiempo bastante conocedor. Es por eso que desarrollan orgullo en sus mentes. Este orgullo son realmente pensamientos de apego. Si tenemos este tipo de pensamientos, debemos reflexionar. ¿Permanecerán estas condiciones para siempre? Por ejemplo, ahora somos bastante jóvenes, ¿y luego en el futuro envejeceremos? Entonces deberíamos observar a las personas mayores, y nos daremos cuenta de que un día también envejeceremos. Si no reflexionamos sobre este tema ahora, entonces en el futuro cuando seamos mayores, nos sentiremos muy mal. Si sabemos que un día envejeceremos, cuando realmente lleguemos a esa edad, en ese momento no nos sentiremos tan mal.
El mismo principio se aplica a la riqueza. Cuando somos más ricos que otros, ¿no pensamos que podríamos perderlo todo? Si lo has pensado, entonces en el momento en que lo pierdas, no te sentirás tan mal. Todas las demás cuestiones son iguales. Uno no puede depender de que permanezca constante. Como no podemos depender de ello, no deberíamos tener ningún pensamiento de apego y deseo para que cuando se pierda, no haya ningún dolor ni sufrimiento.
Aunque nuestro entorno es pequeño, nuestros hábitos son muchos. Cuando recibimos algo de comida, pensamos si es bueno para comer. Cuando recibimos ropa, pensamos si es bonita o no. Todo lo que nos gusta es bueno y todo lo que no nos gusta no es bueno. Por lo tanto, cuando llevamos algo que pensamos que es bonito, nos alegramos mucho. Cuando llevamos algo que no nos gusta, pensamos que no es cómodo. Debido a este pensamiento dualista, generamos gustos y disgustos hacia nuestra riqueza, las cosas que usamos, nuestras pertenencias y nuestros amigos. Todos los méritos, nuestros apegos a las alegrías, nuestros deseos están llenos de estos pensamientos dualistas. En realidad, la ropa solo está ahí para mantenernos abrigados, si es bonita o no es solo por nuestro pensamiento dualista. Cuando pensamos que es bonito, lo opuesto sería feo. Cuando algo es bueno de comer, lo opuesto sería mal sabor. Todos estos pensamientos se forman porque tenemos esta mente dualista. Por ejemplo, aquellos que no les gusta el ají pensarían que es malo de comer. Fumar y beber para algunos sería malo, pero para otros traería opiniones diferentes. Así que debemos entender que estos objetos diarios con los que entramos en contacto, si son suficientes para satisfacer nuestras necesidades básicas, serían suficientes. No generes pensamientos de apego hacia estos objetos. Si pudieras pensar constantemente de esta manera, sería muy beneficioso para ti y para todos. También disminuiría mucho el dolor y el sufrimiento.
Para ampliar esta cuestión y aprender más de esta lección, debemos reflexionar: ¿quién necesita la felicidad derivada de los cinco sentidos? La felicidad de los cinco sentidos es el placer derivado de la vista, el olfato, el gusto y el tacto. Placeres derivados de ver, placeres derivados de escuchar. Placeres derivados del olfato, placeres derivados del tacto por tu cuerpo. Si reflexionamos más, cuando usamos ropa suave en nuestro cuerpo nos sentimos felices. Cuando nuestro ojo, oído, nariz, lengua y cuerpo reciben sus sentidos apropiados, estos generan placer en nuestra mente. La verdadera razón de la causa de este placer es que estamos apegados al placer sensorial derivado de los cinco sentidos. Pero entonces, ¿cuál es la verdadera naturaleza interior de este placer? La verdadera naturaleza de la mente es vacua, en realidad no necesita nada. Después de nuestra muerte, nuestro cuerpo ya no existirá, ¿por qué la mente pensaría que necesitamos ropa? Naturalmente, no la necesitaríamos. Esto se debe a que la verdadera naturaleza de la mente es vacua. Si podemos observar la verdadera naturaleza de nuestra mente, usando este método para practicar constantemente y obtener una comprensión experimental de esta vacuidad, entonces nuestro apego a los placeres derivados de los cinco sentidos disminuiría. Así podremos buscar los resultados inmutables. Esa es la realización de que la mente en realidad es vacua.