No apresurarse

Garchen Rinpoche

Muchas personas han recibido todas estas instrucciones sobre cómo practicar la calma mental, la visión especial, el Mahāmudrā, y así sucesivamente. Piensan: “Realmente necesito apresurarme y seguir adelante con esto. Prácticare la calma mental por un tiempo, pero pronto necesito integrar la práctica de la visión especial”. En realidad, la mejor manera de practicar es, si eres principiante, dejar atrás las instrucciones sobre la visión especial al principio. Simplemente concéntrate en la calma mental por un período de un mes o un año. Solo di: “Voy a centrarme en calmar mis pensamientos”. Esta es la mejor manera de progresar. Hazlo durante muchos meses y obtén cierta estabilización. Si tienes alguna experiencia directa de realización en la meditación, entonces ve al guru con esa experiencia para buscar más instrucciones sobre cómo avanzar.

Ahora, al principio, cuando estamos tratando de estabilizar esta meditación de calma mental, al principio los pensamientos surgirán uno tras otro, como una cascada muy poderosa. Pero luego, después de estabilizar, encontramos que la mente fluye más como un río, como el Ganges según Tilopa.



La mente no descansará en el objeto de meditación; de hecho, vacilará. Al principio, irá por todas partes, y será muy difícil estabilizar esta meditación con soporte. Muchas personas, al tener este tipo de experiencia, se desanimarán fácilmente al ver cuántas formas de pensamiento están surgiendo, una tras otra, como una cadena ininterrumpida en su corriente mental. Las personas se desaniman y se cansan haciendo su práctica de meditación.

En ese momento, debemos darnos cuenta de que no estamos pensando de repente más pensamientos, sino que, al comenzar a meditar, simplemente estamos reconociendo el estado de nuestra mente. Al no haber cultivado este tipo de conciencia en el pasado, hemos dejado que nuestros pensamientos corran sin control. No hemos sido conscientes del estado de nuestras mentes. Ahora, a través de la práctica de la meditación, nos estamos volviendo conscientes de nuestras formas de pensamiento. Por ejemplo, hay muchas partículas de polvo en una habitación. Si la habitación está oscura, no somos conscientes de ellas, pero si un rayo de sol brilla por la ventana, entonces vemos las innumerables partículas de polvo. No es que esas partículas existan porque de repente las vemos, siempre han estado allí. Así que es con las formas de pensamiento. Estaban presentes todo el tiempo, y a través del poder iluminador de la calma mental, nos volvemos conscientes de ellas. Es como si fueras a dar un paseo y tu cara estuviera sucia, pero no lo sabes. Cuando llegas a casa y te miras en un espejo, reconoces: “Oh, tengo esta suciedad por toda la cara”. Esto es una cuestión de experiencia directa. Así que es con la práctica de la meditación. No debemos desanimarnos cuando finalmente nos damos cuenta, solo debemos lavarnos la cara.