Cómo se origina el sufrimiento
Una vez, en el pasado, un discípulo solicitó instrucciones sobre la naturaleza de la mente, y su maestro le dijo: “Primero, antes de poder darte esas instrucciones, tienes que ofrecerme tu ‘yo’. Encuentra tu ‘yo’ y dámelo”. Entonces el discípulo dijo: “¿Cómo puedo encontrar este ‘yo’? No puedo verlo”. El maestro le dijo: “No te preocupes. Puedes tomarte tu tiempo hasta mañana por la mañana. Puedes buscarlo, y vuelve mañana por la mañana y tráeme tu ‘yo’“. Así que buscó toda la noche, hasta la mañana, el “yo”, pero no pudo encontrar el “yo” en ningún lugar. Entonces, por la mañana, volvió a su maestro, quien le preguntó: “Entonces, ¿lo has encontrado ahora?” Él dijo: “No pude encontrarlo en absoluto. No pude encontrar el ‘yo’“. Entonces el maestro dijo: “Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?” Él dijo: “Estoy aquí para recibir enseñanzas”, y el maestro dijo: “Ahí está, ahí está tu ‘yo’. Estás aquí para recibir enseñanzas, así que el ‘yo’ viene del pensamiento, ‘Estoy aquí para hacer algo, para lograr algo’. Ese es el ‘yo’. Ese es el ‘yo’. Es algo que no podemos ver; no es un objeto que podamos percibir con nuestros sentidos, pero es la base que crea todo el sufrimiento”.
Entonces, ¿cómo sucede eso? Primero, hay una percepción en la mente de un “yo” separado. Y una vez que eso está presente, entonces naturalmente hay una percepción de “otros”. Por ejemplo, si tienes una casa, te identificas con ella. Dices que es “mi casa”, y luego, cualquier cosa buena o mala que le suceda a esa casa, afecta tu mente. Por ejemplo, crea sufrimiento en tu mente, porque posees esa casa, la consideras “mía”. Esa es la mente interior que se aferra a otros objetos como si fueran separados de sí misma. Por ejemplo, pienso que este es mi té, y ese es suyo, no mío. Esta es la percepción de dualidad, de yo y otros, aunque la mente en sí misma es en realidad solo una. Pero una vez que hay la percepción de un “yo”, el “otro” ya ha aparecido. Entonces se crea el aferramiento dualista con respecto a todo.
Este “yo” naturalmente crea el agregado de nuestro cuerpo y todos los demás agregados. Primero, porque hay la percepción de un “yo”, se crean los cinco poderes sensoriales; se crean las conciencias relacionadas con esos cinco poderes sensoriales — la conciencia que percibe la forma, y las que oyen, tocan, huelen, saborean, y así sucesivamente. Las conciencias que perciben los cinco objetos sensoriales se crean primero, y luego sobre la base de estas cinco o seis conciencias sensoriales, las percepciones de sus objetos, y luego las formaciones kármicas surgen sobre la base de las “puertas” sensoriales (ojos, oídos, nariz
, etc.). Porque hay “puertas” sensoriales, percibimos objetos, y luego, porque percibimos objetos, creamos formaciones kármicas. Todas esas “puertas” surgen de una sola base de la mente. Y luego, porque percibimos varios objetos, cuando percibimos objetos agradables o bonitos, nos apegamos a ellos; cuando percibimos objetos desagradables, tenemos aversión a ellos. De esta manera, los pensamientos de apego y aversión surgen en nuestra mente de manera continua e ininterrumpida, como la lluvia cayendo continuamente, o un imán atrayendo y acumulando naturalmente los varios pensamientos de esa manera. La mente acumula estos pensamientos de apego y aversión sin ser consciente de ellos, sin reconocer que realmente siempre surgen. Eso es ignorancia, falta de conciencia.
Inconscientes, no nos damos cuenta de esos pensamientos que surgen, pero forman huellas cada vez más fuertes en nuestra mente. Si las huellas de odio o agresión y ignorancia son predominantes, entonces eso se manifiesta como un animal; y si hemos hecho alguna conexión con el amor, entonces eso se manifiesta en las formas de dioses y humanos. Así como la semilla de una flor da lugar a un tipo muy específico de flor, con una cierta forma y color, cada una de las aflicciones crea una manifestación específica que corresponde a esa aflicción. La base de todo eso, la base de todo sufrimiento, es el “yo”.